Jean-Michel, junto a su padre, Jaques Cousteau, en la Amazonia (1977). Foto: AFP.
Cuando la sombra de un apellido es alargada, la única vía para convivir con las comparaciones es hacerse un nombre propio. Esa ha sido la máxima vital de Jean-Michel Cousteau, primogénito del legendario explorador de los mares Jacques-Yves Cousteau.
El hijo del Capitán Planeta no ha ido a la zaga y es un reputado activista medioambiental. A mediados de mayo, el hijo del pionero conservacionista presentó en el Marché du Film de Cannes, el mercado de cine más importante del mundo, su documental Odyssea 3D, un tributo al legado de su padre que insiste en el llamado de atención hacia los tesoros que se esconden bajo las olas.
La película se promociona casi seis décadas después de que Jacques Cousteau se alzará con la Palma de Oro. En 1956, el director Louis Malle presentaba en el festival de la Costa Azul el documental The Silent World: A Story of Undersea Discovery and Adventure.
La película recogía el trabajo de exploración de la vida submarina a bordo del Calypso. El navío funcionaba como laboratorio oceanográfico y fue empleado como escenario para los documentales del oceanógrafo del gorro rojo. El metraje de 86 minutos era una síntesis de cientos de horas de rodaje en los mares Mediterráneo y Rojo, el golfo Pérsico y el océano Índico.
Parece que la conservación del mar viene de familia...
Todos nosotros hemos seguido con la herencia de mi padre. Cuando era niño, mi hermano menor, mi madre y yo estábamos implicados en todo lo que él hacía. De pequeño me pasaba el tiempo en el agua en el sur de Francia. Cuando inventó el regulador de la escafandra autónoma junto a Émile Gagnan, me colgó a la espalda la bombona de oxígeno y me convertí en submarinista a los 7 años. Mi hermano tenía 4 y medio.
Y desde entonces, no ha parado de bucear.
Efectivamente, pero por desgracia, mis padres y toda la gente que solía acompañarme al fondo del mar han fallecido o ya no se sumergen. De modo que soy el submarinista más viejo del planeta. Llevó ya 69 años. En septiembre celebraré 70. Nunca pararé. Mi sueño es bucear en mi centenario, así que espero llegar a los 107 años.
¿Cuál es el primer recuerdo que asocia al océano?
Quería quitarme la boquilla de buceo para hablar con mi hermano y mi padre me la volvía a poner una y otra vez. Después, cuando ya subimos a la superficie, estuvimos hablando de un pulpo multicolor al que habíamos visto adoptar formas envolventes en su huida. Entonces todo era muy rápido, pero ahora, con las cámaras que filman a cámara lenta, podemos contemplar con detalle este sorprendente espectáculo.
¿Han sido los avances tecnológicos los que le han motivado a producir esta película?
Gracias a las nuevas tecnologías podemos hacer zoom, enfocar y observar comportamientos que por su velocidad no pueden registrar los ojos. Los espectadores de Odyssea 3D van a enamorarse del océano y van a ver criaturas que incluso yo, después de 69 años de submarinismo, nunca he visto. Es fundamental dar a conocer que la base del océano es el sistema de sustentación de la vida.
¿De qué manera depende la vida del planeta de los microorganismos marinos?
La vida en el mar tiene una dependencia absoluta del zooplancton y el fitoplancton. Son unas criaturas fascinantes, que suben de noche y bajan durante el día. Protagonizan la mayor migración del mundo y todos estamos conectados a su existencia, porque ayudan a generar oxígeno. Cada bocanada de aire en el planeta procede del océano.
Durante el documental, Jean-Michel subraya que la conservación marina no pasa solo por la protección de los grandes animales, sino también por los pequeños, como el zooplancton, la base de la cadena. Para poder recoger la imagen de criaturas marinas nunca vistas, los codirectores de Odyssea 3D, Jean Jacques y François Mantello, se han servido de unos prototipos de cámaras japonesas que permiten emplear macrofotografía y una alta velocidad de captura. La tecnología empleada filma a 90 fotogramas por segundo maravillas naturales como muestras de plancton microscópico, la mudanza de un cangrejo ermitaño y la variación de tonalidades de un pulpo en plena tentativa de camuflaje. La capacidad inmersiva de la proyección es tal, que los espectadores se sienten submarinistas bajo el mar.
¿Cuáles son los principales peligros que afronta el mar?
El principal peligro somos nosotros, los seres humanos, porque continuamos sirviéndonos del océano como muladar. Es un asunto que resulta muy difícil de comunicar al público, porque no lo vemos. Puedes reparar en una botella de plástico flotando en el mar o en colillas en la arena, pero no relacionas la contaminación con químicos y metales pesados. Y son mucho más peligrosos. En la actualidad ya podemos comprobar sus efectos en la gente. Hay análisis e investigaciones científicas y médicas que ligan la polución del océano con problemas de tiroides, capacidad de concentración, especialmente en niños, y cáncer.
Usted imparte seminarios, produce documentales, escribe y dialoga con todo tipo de colectivos. ¿Cuáles son los medios más efectivos hoy para concientizar a la población?
A través de la revolución de la comunicación. Me fascina que 7,2 billones de personas están conectadas entre sí a través de sus ordenadores y dispositivos móviles. Y eso se traduce en que cada vez hay una mayor comprensión de que en este planeta, único en el sistema solar, todos estamos ligados, y la calidad de nuestras vidas depende del medioambiente. Así que estamos conminados a hacer lo necesario.
¿De qué manera se puede sensibilizar no solo al gran público, sino también a los líderes de opinión y a los centros de tomas de decisiones?
Mi padre solía decir: “La gente protege lo que ama”, pero, ¿cómo vas a proteger algo que no entiendes? Ahora empezamos a comprender más y más. El número de personas que quiere marcar la diferencia va en ascenso, y necesitamos llegar a los corazones de los responsables gubernamentales y de las industrias a través del impacto que la contaminación puede tener en su familia, en sus hijos. Necesitamos comprender que la calidad de la vida en el planeta está directamente ligada a la calidad de la vida en el océano. Así que tenemos que cuidar los océanos como si fueran capital. En el momento en el que gastemos más fondos de los que la naturaleza puede producir, entraremos en bancarrota. Y no debemos olvidarnos de que el cuidado medioambiental también puede ser un negocio.
¿Qué beneficios económicos puede suponer el saneamiento del mar?
Debemos percatarnos de que no hay residuo en la naturaleza, que todo es reciclable, todo es un recurso. La reutilización es dinero. Y los ingresos pasan por recoger el agua, que en ocasiones está contaminada, limpiarla y reciclarla. Una iniciativa así se traduce en millones y millones de empleos en el planeta.
Su análisis de la situación siempre se dirime con un mensaje esperanzador...
No estamos aquí para señalar con el dedo y criticar, esa no es la vía. Entablamos conversaciones no agresivas, no políticas. No estoy interesado en el fin del mundo, sino en cómo podemos protegerlo. La política cambia a través del público. Y si los políticos no están a la altura, la población elegirá a gente diferente. Somos la única especie que tiene la opción de no desaparecer, pero para ello es fundamental informar de la situación que vivimos.
***
El hijo ejemplar ha producido más de 80 películas, por las que ha recibido varios premios Emmy. Es columnista de Los Ángeles Times desde 1989 y en 1999 fundó Ocean Futures Society, una ONG centrada en la educación y en la conservación del océano. Es un diplomático de la naturaleza que se reúne con líderes y políticos de todo el mundo en pro de alianzas para lograr la protección de los ecosistemas marinos. En el 2006, sin ir más lejos, fue invitado por la Casa Blanca para una proyección pública de su documental Voyage to Kure. Como resultado, el 15 de julio, el entonces presidente George W. Bush llamó a los medios para informarles de su decisión de declarar las Islas Hawaianas del Noroeste Monumento Nacional Marino. La cadena de islas, que comprende 140.000 metros cuadrados, se convirtió así en la mayor extensión marítima protegida del mundo.
No ha sido el único hito en su carrera profesional: Cousteau Jr. fue la primera persona en mantener un videochat submarino, logro alcanzado en 1997, en las barreras de coral de Fiji; debutó como representante del medioambiente en la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos de Salt Lake City, en el 2002; y devolvió una orca cautiva al océano, hazaña en la que se basó la película Free Willy (Simon Wincer, 1993).
¿Qué fue de Willy?
Su verdadero nombre era Keiko. Nunca olvidaré el momento en que la liberamos, era un domingo a las cinco de la tarde. La ballena cruzó todo el Atlántico hasta Noruega y después abandonó a las otras orcas porque vio a niños y al estar habituada a los pequeños, estaba enamorada de ellos. Allí estuvo durante dos años y medio hasta que enfermó de un mal resfriado. Después de cuidarla durante cuatro años y medio habíamos cedido el testigo a la Sociedad de las Naciones Unidas. Desafortunadamente, murió, pero era libre. La lástima es que solo tenía 27 años, una edad muy corta para su especie. Hace tiempo, una orca hembra libre fue seguida y supervisada por científicos en el noroeste del Pacífico. Cuando la perdieron ya había vivido 90 años.
A Keiko se le dedicó una película, y Wes Anderson rindió tributo a tu padre en ‘Life Aquatic’. ¿Qué opina de esta comedia?
He visto retazos. Podían haberme consultado, les hubiera ayudado. En algunos aspectos es imprecisa y en otros mi padre está pobremente representado.
Ha invertido toda su vida en rendir tributo a su padre. ¿Qué testigo le deja a sus hijos?
Mi hijo empezó a bucear a los 4 años y mi hija, a los 9. Y han sido muy activos en la protección medioambiental desde entonces, así que puedo seguir confiando en el futuro familiar para ayudar a la gente a comprender la importancia del océano.
El homenaje mundial al mar
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) escogió el 8 de junio –desde el 2009– para celebrar el Día Mundial de los Océanos. En este año, la temática central es ‘Unos océanos sanos, un planeta sano’. La ONU destaca esta jornada para recordar que los mares “son los pulmones del planeta y los principales productores del oxígeno que respiramos”. Así mismo, en este día se informa a la opinión pública “sobre las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos”.
El concepto de este día mundial fue propuesto por primera vez en 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro.
BEGOÑA DONAT
No hay comentarios:
Publicar un comentario